Informantes: Ana Josefa Pérez.
Localización: Jódar.

Romance de temática erótica en el que también aparecen otros elementos, muy frecuentes en el romancero, como son el contenido mágico que propicia un desenlace trágico con la muerte del personaje masculino tras haber consentido al requerimiento amoroso de la dama, quien bien podría simbolizar la muerte.

Otro aspecto a considerar es la clara disociación entre el pretendido oficio del varón y larica indumentaria con la que aparece descrito, más propia del clásico caballero que acostumbra a aparecer en este tipo de composiciones, lo que nos llevaría a pensar en la muerte trágica del personaje a causa de la ruptura de un tabú de tipo sexual.

Esto son tres segadores
que salían de su casa.
Uno de los segadores
lleva la ropa triunfada:
los dediles son de oro
y la hoz era de plata.
Una dama en su balcón
del segador se prendara
y lo ha mandado llamar
con una de las criadas.
El segador, obediente,
casa de su ama entraba.
¿Para qué he sido llamado?
Que me siegue una cebada,
y esa cebada, señora,
¿dónde la tenéis sembrada?
No la tengo en los barrancos
ni tampoco en las cañadas,
la tengo entre dos columnas
donde descansa mi alma.
Señorita, esa cebada

no está para yo segarla,
es «pa» duques y marqueses,
y los más ricos de España.
Siegúela usted, segador,
se le aumentará la paga.
Lo ha cogido de la mano,
y a su habitación lo entraba
«pa» las once de la noche,
quince gavillas llevaba.
A otro día por la mañana
el segador se levanta,
como no podía andar
daba vueltas por la sala.
Segador, ¿va usted a volver?
Sí, señora, volveré,
pero serán las espaldas.
Y a las once de la noche,
entregaba a Dios su alma.
Segadores, segadores,
no seguéis altas cebadas,
más vale arrancar garbanzos
que morir por una dama.

Ver Partitura