Informante: Antonio Martínez Palacios
Localización: Torreblascopedro
Esta pieza, que según nuestra experiencia es, sin lugar a dudas, la más ubicua del repertorio musical folklórico, al menos en Andalucía, es catalogada por Joaquín Diaz dentro del grupo del romancero religioso tardío.ç
Si bien las variaciones musicales encontradas en Jaén son mínimas o inexistentes no sucede lo mismo en cuanto a las variaciones literarias, debidas en la mayoría de los casos a la diversa capacidad memorística de nuestros informantes, sobre todo en lo concerniente al número y variedades de pájaros que se citan; en el Cancionero Popular de Jaén (M.D. Torres, pág. 333) se añaden a los identificados por nuestros informantes numerosas especies más:
Salga la cigüeña en orden
águilas, grullas y garzas,
gavilanes y avutardas,
lechuzas, mochuelos, grajas.
Salgan las urracas,
tórtolas, perdices,
palomas, gorriones
y las codornices.
Salga el cuco y el milano,
burla, pastor y andarría,
canarios y ruiseñores,
tordos, garrafón y mirlos.
Salgan los verderones
y las cardenias
y las conjugadas
y las golondrinas.
También la última estrofa es de aparición aleatoria, finalizando el romance unas veces con la simple despedida de las aves y otras con la invocación a San Ántonio, lo que se da en nuestra versión.
La ingenuidad y sencillez del romance, tanto en su temática como en su desarrollo literario, hacen inclinarse a pensar en un origen claramente popular y no muy antiguo (no anterior al siglo XVIII), aunque sus raíces últimas lo pueden poner en conexión con los milagros de santos que tanto proliferaron en la Edad Media.
Milagro de San Antonio
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Antonio, divino Antonio
suplicale a Dios inmenso que por tu gracia divina alumbre mi entendimiento para que mi lengua refiera el milagro que en el huerto obraste de edad de ocho años. Este niño fue criado con mucho temor de Dios y de sus padres querido del mundo admíración, fue caritativo y perseguidor de todo enemigo con mucho rigor. Su padre era un caballero hombre honrado y muy prudente que matenía su casa con la sudor de su frente, y tenía un huerto donde recogía cosechas y frutos que el tiempo traía. Un domingo de mañana como siempre acostumbraba se marchó su padre a misa cosa que nunca olvidaba y le dice: Antonio ven acá, hijo amado, mira que yo tengo que darte un recado. Mientras tanto yo esté en misa gran cuidado has de tener mira que los pajaritos todo lo echan a perder; entran en el huerto, pican el sembrado, por eso te mando que tengas cuidado. El padre se fue a la iglesia a oir misa con devoción; Antonio quedó cuidando y a los pájaros llamó: venid pajaritos, dejad el sembrado, que mi padre ha dicho que tenga cuidado. Por aquellas cercanías ningún pájaro quedó porque todos acudieron donde Antonio les llamo. Lleno de alegría San Antonio estaba y los pajaritos alegres cantaban. Al ver venir a su padre luego les mandó callar; llegó su padre a la puerta y le empezó a preguntar: |
dime tú, hijo amado,
dime tú, Antoñito: ¿tuviste cuidado con los pajaritos? El hijo le contestó: padre, no esté preocupado, que para que no hagan daño todos los tengo encerrados; el padre que vio milagro tan grande al Señor Obispo trató de avisarle. Ya viene el Señor Obispo con grande acompañamiento;. todos quedaron confusos ante tan grande portento: abrieron ventanas, puertas a la par por ver si las aves se querían marchar. Antonio les dijo a todos: señores, nadie se alarme, los pajaritos no salen mientras que no se lo mande; se puso a la puerta y les dijo así: volad pajaritos, ya podéis salir Salga el cuco y el milano, águilas, grullas y garzas, gavilanes y mochuelos, verderones y avutardas; salgan las urracas, tórtolas, perdices, palomas, gorriones y las codornices. Cuando acaban de salir todos juntitos se ponen aguardando a San Antonio para ver lo que dispone, y Antonio les dice: no entréis en sembrado, iros por los monte y los ricos prados. Al tiempo de alzar el vuelo, cantan con dulce alegría despidiéndose de Antonio y toda la compañía. El Señor Obispo al ver tal milagro, por todas las partes mandó publicarlo. Arbol de grandiosidades, fuente de la caridad, depósito de bondades, padre de inmensa piedad. Antonio divino, por tu intercesión merezcamos todos la eterna mansión. |
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