Informante: Manuela Morillas Localización: Mancha Real |
Aunque imposible de conocer con exactitud, se admite de manera general que el origen del romance se sitúa en la época medieval, cuando se desgajaron determinados fragmentos de los cantares de gesta; poco a poco, las piezas desgajadas, más cortas, noveladas, pervivieron en el recuerdo arrumbando a los extensos poemas épicos en el olvido.
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En un convento de frailes
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En un convento de frailes
del glorioso San Francisco ha sucedido un gran caso que dará gusto de oírlo: cuando muere un fraile, si acaso no han visto, toca que lo velen dos frailes novicios. Pues ya ha muerto uno, toca a dos muchachos sin pelo de barba el ir a velarlos. Bajaron y se sentaron en unos confesionarios y aquél que miedo tenía al muerto estaba mirando. Y aquél por no verlo ha urdido una trama: dime compañero si quieres que vaya que en mi celda tengo buen tocino y pan y una sartencilla bastante «apañá», haremos las migas, nos las comeremos, y el otro responde: corre y date prisa, atended, señores qué rato de fiesta: Y aquél que solo quedó con mucho ánimo y valor sacó al muerto de la caja y lo sentó en un sillón, muy bien sentadito en el confesionario él se paseaba fumando un cigarro mientras que venía aquél de las migas el miedo que tiene se le quitaría. Cuando sintió al de las migas bajar la escalera abajo se tendió sobre la caja como el que está amortajado, y el otro bajaba con grande silencio el rabillo el ojo va mirando al muerto y al confesonario así le decía: |
vamos a comer
que están buenas las migas, y el otro responde diciéndole: hermano guárdame unas pocas, válgame San Paulo, y por revolver se llevó arrastrando cuchara y sartén saltando y brincando por la iglesia abajo sartén y cucharas se llevó arrastrando. Ya se sube a la escalera, ya se sube al corredor, ya se ha subido a los claustros del padre comendador; con ansias decía: Padre San Gregorio que no quede un alma en el Purgatorio, válgame San Paulo y San Nicolás que todas las almas se vienen detrás. Y aquél que miedo tenía ha vuelto el muerto a la caja, se ha puesto a leer en un libro como el que no ha visto nada; con grande silencio y gran brevedad ha acudido toda la comunidad y le preguntaron qué había sucedido y él respondió: Padre yo nada he visto y tu compañero dime dónde está y para su celda corriendo se va, fueron a buscarlo y en la puerta el huerto lo hallaron tumbado con qué cara migas fueron para él que poco le falta para dar la piel. Y ahora «sus» encargo con mucho donaire que el que tenga miedo no se meta a fraile |
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