Informante: Chacha Ana Josefa
Localización: Jódar
El romance de La mujer del molinero y el cura aparece asiduamente en gran número de canciones y recopilaciones actuales, unas veces en versión íntegra y otras con alguno de sus protagonistas desdibujado, no sabemos si de manera casual o intencionada dada la condición del burlado, un clérigo (M.D. Torres: Cancionero Popular de Jaén, págs. 359-360. El protagonista aparece transformado de sacerdote en «Señor de don Fulano», e incluso aparece bajo el título de un romance distinto, el de «La molinera y el Corregidor»). El caso es que se recoge en otras muchas obras, por ejemplo:
- R. Menéndez Pidal: Los Romances de América, pág. 170.
- Bonifacio Gil: Cancionero popular de Extremadura I, pág. 36.
- Paúl Benichou: Romancero, pág. 258.
- Ángela Capdevielle: Cancionero de Cáceres y su provincia, pág. 240.
- Pedro Echevarría Bravo: Cancionero musical manchego, pág. 445.
- Arcadio de Larrea: Romancero judío del Norte de Marruecos.
Entre otras razones, la importancia de este romance radica en que nos evidencia la relación existente entre el teatro y el romancero (o parte de éste). El comienzo: «Si usted me escuchara un rato / le contaría el entremés» es altamente significativo, y ya Menéndez Pidal indicaba que por su estilo sería fechable en el siglo XVII y que ciertamente derivaba de un entremés de nuestro teatro.
Se ha podido comprobar la evidencia de que este romance proviene de un entremés de Luis Quiñones de Benavente (¿1589?-1651) que se conserva en el «Libro Manuscrito de Entremeses» (Biblioteca Nacional / Durán, folio, 35, vto. y 38). Quiñones de Benavente, al parecer ordenado sacerdote ya entrado en años, fue un autor prolífico muy ensalzado en su época por Tirso de Molina y Lope de Vega. Escribió gran cantidad de loas, bailes, jácaras, mojigangas y entremeses, que como en el caso que nos ocupa, tras aparecer extractado en pliegos sueltos y tras sortear férreas censuras ha llegado hasta nosotros en la forma que lo conocemos.
El cura de don Fulano
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Si usted me escuchara un rato
le contaría el entremés. Lo que le pasó a un hornero un día con su mujer. Que el cura de don Fulano le quiso pisar el pie. — Déjalo que te lo pise en trayendo de comer. Trajo un pavo emborrizado con mucha azúcar y miel. Estando cenando el pavo dicen «tán-tán»12, Isabel. Señor cura, ¡mi marido! ¿dónde meteré yo a usted? – Méteme en aquel costal, tápame con el fardel13. El costal estaba roto y se le veían los pies. – ¿Qué hay en aquel costal tapado con el fardel? – Hay un poquito de trigo |
que ha caído que moler.
– Sube el candil aquí arriba, que ese trigo quiero ver. Salió un cura con corona y un sombrero aragonés. — Buenas noches padre cura, qué bien me ha venido usted. Engancharon a la una y acabaron a las tres. Le dieron la «zurripampla»14, qué bien despachado fue. Y a otro día por la mañana a misa se va Isabel. Al revolver de la esquina se encontró con Padre Andrés. — Vaya usted esta noche a casa, que ha caído que moler. — Vaya el demonio y lo muela que yo no quiero moler. Con esto digo, señores, que se acaba el entremés. |
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